Ahora que tantas nuevas normas pretenden imponerse al proceso
educativo. Ahora que vemos de pronto que el inglés se equipara casi al
castellano. Ahora que siguen las recomendaciones de informes que desconocen el
sistema español, muy satisfactorio, en general, gracias a la calidad del
profesorado. Ahora que se habla más de matemáticas que de filosofía y más de
disciplinas específicas que de aquellas que fomentan la creatividad, como las
artísticas y musicales. Ahora es el momento de hablar serenamente sobre la
educación.
Y de confirmar la importancia esencial del texto fundacional de la UNESCO , que sobre la base
ética de la igual dignidad humana, proclama que le educación consiste en formar
a personas “libres y responsables”. Estas cualidades son las que anunció
D. Francisco Giner de los Ríos pronto hará un siglo, al definir la educación
como la capacidad de “dirigir con sentido la propia vida”. Y de actuar en
virtud de las propias reflexiones y nunca al dictado de nadie ni de nada.
Y de releer el artículo 26 de la Declaración Universal
de los Derechos Humanos.
Y el texto de la “Educación para todos a lo largo de toda la vida”
(UNESCO, 1990). Y el “Plan Mundial para la Educación en Derechos Humanos y Democracia”
(Montreal, 1993) y “La
Educación es un Tesoro” (Informe sobre la Educación en el siglo
XXI” de la Comisión
presida por Jacques Delors, UNESCO, 1995). En este excelente informe se señalan
cuatro grandes capítulos de la enseñanza:
· Aprender a
conocer.
· Aprender a hacer.
· Aprender a ser.
· Aprender a vivir
juntos.
Yo añadí “aprender a emprender” y “aprender a atreverse”. Sobre
todo, no aprender a tener sino a ser. A ser plenamente.
En educación superior, los informes anuales de GUNI (Grupo
Universitario) son realmente excelentes…
Aquí no valen maniobras partidistas, cortoplacistas, interesadas.
Abordar con gran rigor este tema crucial, auténtica piedra angular para la
construcción del futuro que soñamos bien despiertos, es una exigencia ética.
Ténganlo en cuenta. Piensen, únicamente, en “las generaciones venideras”, como
nos señala la Carta
de las Naciones Unidas.
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