Estamos a mitad del primer trimestre de un curso escolar nuevamente marcado por recortes y retrocesos. Hemos visto, además, que el Departamento de Educación regula cuestiones importantes, como la enseñanza bilingüe, a través de simples órdenes, evitándose el debate parlamentario. Una muestra del poco valor que el Gobierno del Partido Popular concede a la democracia y a la participación. Pero ese escaso aprecio por la participación también parece compartirlo el gobierno del Partido Popular del Ayuntamiento de Teruel.
A 4 de noviembre, la concejala de Educación aún no ha reunido el Consejo Escolar Municipal. Ni para valorar la posibilidad de dar becas de comedor, ante las escasas ayudas concedidas por el Gobierno de Aragón. Muchas localidades aragonesas han aportado fondos propios: Zaragoza, Calatayud, Ejea, Andorra, etc.
Huesca, con 50.000 habitantes, habilitó una partida de 288.000 euros. La Puebla de Alfindén, con poco más de 5.000 personas, destinó 16.000 euros para becas de comedor y material escolar. Desde Fapar en numerosas ocasiones hemos pedido que Teruel también actúe.
Pues bien, la concejala de Educación anunció en septiembre una partida de ¡5.000 euros! para becas de comedor (¡en una ciudad de 36.000 habitantes!). Ridícula cantidad, desde luego. Según vimos en prensa, dijo en el pleno que organismos como Cruz Roja cubren esas necesidades, y el alcalde de Teruel habló de atender a las familias a través de los servicios sociales. Ciertamente, es muy loable la labor que instituciones como Cruz Roja o Cáritas hacen en unos tiempos como los actuales, pero su gran trabajo no puede descargar a la Administración de sus obligaciones con los ciudadanos. Se ve que el PP no sabe distinguir entre justicia social y limosna.
Un Gobierno en democracia debe tener unos principios de compensación de desigualdades. Y, si eso no lo entienden quienes nos gobiernan, es que no gobiernan una democracia del siglo XXI.
Muchos temas deben tratarse en un Consejo Escolar Municipal, pero la concejala de Educación del Ayuntamiento de Teruel lo convoca con desgana y por obligación. El curso pasado, una y otra vez, reclamamos que se reuniera. La última vez que lo conseguimos fue el 28 de junio, y a 4 de noviembre aún no ha vuelto a convocarlo. Pero se ve que no hay problema, porque parece que la concejala prefiere no reunirlo y tomar las decisiones sin contar con nadie.
Una muestra de lo poco que le gusta la participación es cómo ha escogido las dos fiestas del calendario escolar que fija el ayuntamiento.
TRADICIONALMENTE en Teruel hay un día festivo en torno al Pilar y otro en Medievales. En el consejo escolar del 28 de junio la concejala propuso como festivo escolar el 4 noviembre, frente al 11 de octubre (acorde con lo habitual otros años) que propusimos varios miembros del consejo. Como no se vio apoyada, planteó posponer la decisión a la reunión de septiembre. Reunión que nunca convocó. Prefirió decidir unilateralmente, y el 14 de octubre, una vez pasado el Pilar, comunicó a los centros que la fecha festiva era el 4 de noviembre. Esta triquiñuela demuestra su desprecio por las necesidades de organización de centros y familias. Por cierto, muchas familias se han quejado al conocer la fecha festiva con tan pocos días.
Podrá pensarse que, ante tantos problemas en educación, la cuestión de la fecha no es tan importante. Pero las formas también son fundamentales en la gestión política. Y esta actuación de la concejala es preocupante, ya que evidencia lo poco que le gusta la participación pública. Los responsables políticos deben dar la cara. Si realmente se creen la democracia, la participación de la ciudadanía es consustancial a ella. De lo contrario, lo que demuestran es que democracia y participación son palabras vacías. Y ese es el valor que parece que otorga a estas palabras la concejala de Educación del Ayuntamiento de Teruel.
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