
Desde FAPAR, a raíz de esta noticia queremos manifestar que siempre nos hemos posicionado en contra de cualquier prueba extraordinaria, por lo que entendemos que contradice la evaluación continua que pensamos debe ser la que evalúe a nuestros hijos e hijas, por ser la más equitativa y justa, y en cualquier evaluación, deben tenerse en cuenta las condiciones individuales del alumno, sus capacidades particulares, sus actitudes y sus aptitudes y que no debe transmitírsele el desánimo a la hora de conseguir superar una prueba, sino todo lo contrario, buscar su motivación con incentivos y apoyos que vayan encaminados a este logro.
Sin embargo y, pese, a nuestra opinión, y pese a que las pruebas extraordinarias no existen en ningún país europeo, las últimas leyes educativas las recuperaron, dejando a las Comunidades Autónomas la capacidad para determinar la fecha en que han de celebrarse.
Desde FAPAR, y con la perspectiva que nos da haber pasado por la poco afortunada recuperación de estas pruebas, y su realización en junio y septiembre, y confiando que en la futura Ley de Educación estas pruebas desaparezcan, vamos a seguir insistiendo en la necesidad de trasladar las pruebas extraordinarias al final del curso escolar y no en septiembre. Consideramos que existen argumentos y razones fundamentadas para ello:
- Las dificultades que se plantean dentro del sistema educativo, deben resolverse por el mismo sistema, no descargando la responsabilidad de su solución exclusivamente en las familias y menos en el alumnado. Por ello, deben arbitrarse las medidas oportunas para que el propio centro pueda organizar los apoyos necesarios a este alumnado que garanticen así la igualdad de oportunidades a todos y no generando más desigualdad entre el alumnado con familias con más o menos recursos económicos, sociales y culturales. Hay que considerar que el alumnado al que nos estamos refiriendo en esta etapa educativa tiene entre 12 y 15 años, lo que hace que no tenga autonomía suficiente para poder afrontar el estudio de las materias no superadas de forma autónoma durante el verano.
- Es necesario recuperar el carácter de la evaluación continua, desterrar la trascendencia de una prueba puntual (examen) y global (no necesariamente hay que recuperar una materia completa), y valorar el proceso de aprendizaje del alumnado en su conjunto, porque evaluar es mucho más que examinar. Para ello, no basta con que las Leyes educativas hablen de evaluación continua, sino que deben desarrollarla.
- Estas pruebas deben realizarse por el profesorado del alumnado, ya que este es quien conoce a nuestros hijos e hijas y es quien se encuentra en condiciones óptimas para evaluarlo.
- Es necesario que el alumnado tenga un descanso, para poder afrontar el curso siguiente en condiciones óptimas de superarlo con éxito. No podemos convertir el proceso enseñanza-aprendizaje en una carrera de obstáculos, donde el castigo sustituya a la motivación, que va a ser la que verdaderamente garantice que nuestros hijos e hijas quieran seguir aprendiendo.
- Es necesario que todo el alumnado tendría las mismas oportunidades en el acceso a Ciclos formativos.
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